por Cecilia Di Lodovico
“¿Dónde sale esta nota?”, preguntó el sagaz médico y psiquiatra forense.
Cuando supo que 24CON es un diario on-line la reacción fue sorprendente. “Ah, que bueno. A mí me gusta colaborar con todo lo que tenga que ver con la tecnología y el futuro de las comunicaciones”, manifestó sin inmutarse. Resulta que, mientras aún hay quienes no toman en serio las publicaciones virtuales, este señor de casi 80, vislumbró todas y cada una de las ventajas de Internet sin mayor esfuerzo.
Se trata de Enio Linares, la eminencia en criminología y presidente de la Academia de Medicina Legal y Ciencias Forenses de la República Argentina, quien ofreció una verdadera clase magistral a este medio. Una charla sin desperdicios en la que el especialista reparo en los casos más escandalosos de la crónica policial-judicial de los últimos tiempos. Los casos Grassi, Corsi, García Belsunce, Galliano, Bragagnolo, Barreda, el tirador de Belgrano y Dalmasso, entre otros, bajo la lupa del Dr. Linares.
“Yo, primero soy médico. Tengo experiencia en medicina asistencial, medico-práctica desde que empecé el primer día en la facultad de Medicina, hacía guardias en las cuales no había especialidad por lo que tenía que saber hacer de todo. Después de 20 años de médico, me interesó la medicina legal y me di cuenta que, en la universidad, ningún profesor nos dio derecho. Simultáneamente, me encuentro que, tras una cirugía de mamá -en esa época se amputaba la mama-, una mujer joven tenía dolores de cabeza y no quería que su hijo se entere que le faltaba un pecho. Entonces, empecé la licenciatura en Psicología. En esa época, Isabel Perón estaba en la presidencia y después aparece la Dictadura. Se había puesto dura la cosa. En el año 2000, casi 30 años más tarde, hice el postgrado de criminología en la Universidad de Salamanca”.
Sin embargo, eso no quita que el forense despliegue la “primer facultad humana, la más primitiva”. Esto es la percepción. Por eso, cuenta con orgullo que camina por la calle preguntándole a la gente común: “¿Y a usted qué le parece?” “En esa percepción puede estar la verdad”, dice y agrega: “Al principio unos pocos creían que Grassi era culpable, ahora, el 85 por ciento piensa que es un falso”.
“Mi handicap a favor, con respecto a otros peritos, a la hora de develar crímenes es que hice clínica práctica asistencial completa, soy médico legista, psicólogo y criminólogo”. Y no deja de innovar: ahora quiere instaurar en el país la técnica de autopsia psicológica utilizada en suicidiología para develar homicidios. ¿En qué consiste? Estudiar en detalle al círculo cercano de la víctima para hallar al asesino, es decir, a los “sobrevivientes”. En otros países es fundamental”, dice. Y la ventaja es evidente: mientras la Justicia busca sin resultados a los asesinos, él se adelanta siempre. Sabe “quién fue” antes que todos.
En ese sentido, destaca el rol de la prensa: “Yo adoro el periodismo delirante porque obliga a reflexionar al lector, a utilizar la inteligencia y a elegir lo que puede considerar acertado o no. Yo viví la época del periodismo mudo y no quiero que se repita. La gente tiene que saber qué está pasando. Esa es la importancia del periodismo en la sociedad”.
“Cuando me preguntan si me gusta o no me gusta lo que hago, yo respondo: esto me apasiona”, dice subrayando la palabra con un tono de voz que supera al que tiene acostumbrados a sus alumnos. Porque, a la hora de hablar de su profesión, no duda en decir que “está por arriba de todo”. “Tampoco tengo límites y eso se lo explico a mis colegas que me preguntan “¿por qué te metés en qui… (quilombos)?”. Lo que pasa es que, para mí, las cosas que no son qui…(quilombos) son intrascendentes. Me fascina lo que hago”. De a poco, su voz tranquila vuelve a la normalidad.
Dicen que, después de ver tanta muerte y tanto dolor, los médicos y los forenses se endurecen hasta dejar de sentir. Sin embargo, Linares replica: “¿Cuál es la esencia de la medicina? Es el humanismo. La medicina es la ciencia humanística por excelencia, entonces yo no me puedo olvidar que del otro lado hay una persona y que no es un objeto”.
Lo dice al recordar el cuerpo de Matías Bragagnolo sobre la mesa de autopsias: “Yo estuve presente en la segunda autopsia que duró siete horas. Para mí fue muy penoso, un chico de 16 años, una muerte evitable”, dijo con dolor y continuó: “Yo tenía tanto fastidio que le dije a la jueza: “Mirá, esto no sirve”. Y salía a cada rato con una excusa porque me daba realmente…”, el doctor baja los ojos, tratando de borrar la imagen del cuerpo del adolescente abierto sobre la camilla, en una sala inmaculada, bajo la atenta mirada de judiciales y abogados.
Fotos: Facundo Bonomi
Cuando supo que 24CON es un diario on-line la reacción fue sorprendente. “Ah, que bueno. A mí me gusta colaborar con todo lo que tenga que ver con la tecnología y el futuro de las comunicaciones”, manifestó sin inmutarse. Resulta que, mientras aún hay quienes no toman en serio las publicaciones virtuales, este señor de casi 80, vislumbró todas y cada una de las ventajas de Internet sin mayor esfuerzo.
Se trata de Enio Linares, la eminencia en criminología y presidente de la Academia de Medicina Legal y Ciencias Forenses de la República Argentina, quien ofreció una verdadera clase magistral a este medio. Una charla sin desperdicios en la que el especialista reparo en los casos más escandalosos de la crónica policial-judicial de los últimos tiempos. Los casos Grassi, Corsi, García Belsunce, Galliano, Bragagnolo, Barreda, el tirador de Belgrano y Dalmasso, entre otros, bajo la lupa del Dr. Linares.
“Yo, primero soy médico. Tengo experiencia en medicina asistencial, medico-práctica desde que empecé el primer día en la facultad de Medicina, hacía guardias en las cuales no había especialidad por lo que tenía que saber hacer de todo. Después de 20 años de médico, me interesó la medicina legal y me di cuenta que, en la universidad, ningún profesor nos dio derecho. Simultáneamente, me encuentro que, tras una cirugía de mamá -en esa época se amputaba la mama-, una mujer joven tenía dolores de cabeza y no quería que su hijo se entere que le faltaba un pecho. Entonces, empecé la licenciatura en Psicología. En esa época, Isabel Perón estaba en la presidencia y después aparece la Dictadura. Se había puesto dura la cosa. En el año 2000, casi 30 años más tarde, hice el postgrado de criminología en la Universidad de Salamanca”.
Sin embargo, eso no quita que el forense despliegue la “primer facultad humana, la más primitiva”. Esto es la percepción. Por eso, cuenta con orgullo que camina por la calle preguntándole a la gente común: “¿Y a usted qué le parece?” “En esa percepción puede estar la verdad”, dice y agrega: “Al principio unos pocos creían que Grassi era culpable, ahora, el 85 por ciento piensa que es un falso”.
“Mi handicap a favor, con respecto a otros peritos, a la hora de develar crímenes es que hice clínica práctica asistencial completa, soy médico legista, psicólogo y criminólogo”. Y no deja de innovar: ahora quiere instaurar en el país la técnica de autopsia psicológica utilizada en suicidiología para develar homicidios. ¿En qué consiste? Estudiar en detalle al círculo cercano de la víctima para hallar al asesino, es decir, a los “sobrevivientes”. En otros países es fundamental”, dice. Y la ventaja es evidente: mientras la Justicia busca sin resultados a los asesinos, él se adelanta siempre. Sabe “quién fue” antes que todos.
En ese sentido, destaca el rol de la prensa: “Yo adoro el periodismo delirante porque obliga a reflexionar al lector, a utilizar la inteligencia y a elegir lo que puede considerar acertado o no. Yo viví la época del periodismo mudo y no quiero que se repita. La gente tiene que saber qué está pasando. Esa es la importancia del periodismo en la sociedad”.
“Cuando me preguntan si me gusta o no me gusta lo que hago, yo respondo: esto me apasiona”, dice subrayando la palabra con un tono de voz que supera al que tiene acostumbrados a sus alumnos. Porque, a la hora de hablar de su profesión, no duda en decir que “está por arriba de todo”. “Tampoco tengo límites y eso se lo explico a mis colegas que me preguntan “¿por qué te metés en qui… (quilombos)?”. Lo que pasa es que, para mí, las cosas que no son qui…(quilombos) son intrascendentes. Me fascina lo que hago”. De a poco, su voz tranquila vuelve a la normalidad.
Dicen que, después de ver tanta muerte y tanto dolor, los médicos y los forenses se endurecen hasta dejar de sentir. Sin embargo, Linares replica: “¿Cuál es la esencia de la medicina? Es el humanismo. La medicina es la ciencia humanística por excelencia, entonces yo no me puedo olvidar que del otro lado hay una persona y que no es un objeto”.
Lo dice al recordar el cuerpo de Matías Bragagnolo sobre la mesa de autopsias: “Yo estuve presente en la segunda autopsia que duró siete horas. Para mí fue muy penoso, un chico de 16 años, una muerte evitable”, dijo con dolor y continuó: “Yo tenía tanto fastidio que le dije a la jueza: “Mirá, esto no sirve”. Y salía a cada rato con una excusa porque me daba realmente…”, el doctor baja los ojos, tratando de borrar la imagen del cuerpo del adolescente abierto sobre la camilla, en una sala inmaculada, bajo la atenta mirada de judiciales y abogados.
Fotos: Facundo Bonomi
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